De la dependencia del vino a la independencia
La vitis vinífera se introdujo en Argentina a principios del siglo XIX, la trajeron los colonos españoles, pero hasta finales del siglo no comenzaría a desarrollarse una viticultura a nivel industrial. En su mayoría, los vinos que se bebían eran importados de España, ya que corría una ley (promulgada por la corona en el siglo XVI) que prohibía el cultivo de la vid en sus colonias. De esa forma los burgueses disfrutaban de los grandes vinos de Rioja, Málaga y Jerez mientras el pueblo debía conformarse con el “vino Carlon”, tinto generoso del área de Valencia. Vinos muy alcohólicos y pesados.
Una vez ya enmancipados de la corona española, se comienza a producir vino en el país (paradójicamente a manos de viticultores inmigrantes de España e Italia, principalmente). Mendoza ya para esos tiempos elaboraba vinos de gran calidad y más ligeros que el “Carlon”. Los vinos eran elaborados con uvas Criollas, Cereza y Moscatel.
Al igual que las costumbres y la sociedad, el desarrollo vitivinícola fue trabajado siempre mirando hacia Europa, el viejo mundo, copiando sus técnicas de cultivo, de vinificación y hasta las uvas. De esa forma llegó a ser uno de los cinco productores de vinos del mundo de la historia.

Lo que era dependencia vínica, Argentina pasó a ser independiente gracias a una variedad, la Malbec, una uva de vino de Francia, que nunca habría ganado una gran reputación sin la ayuda de Argentina. Esta cepa francesa llegó al país alrededor del 1850, entre más variedades, gracias a Michel Aimé Pouget, un ingeniero agrónomo francés que fue contratado por el político y escritor, Domingo Faustino Sarmiento (en 1868 se convertiría en presidente de Argentina) para desarrollar el cultivo de las uvas en Mendoza. A partir de aquí comienza una etapa donde aparecen las primeras bodegas como: Bodega Trapiche en 1883, Bodega Weinert en 1890 y en 1902 Catena Zapata.
Rápidamente esta uva se adapta tan bien al clima y suelo argentino que a principios del siglo XXI, Argentina la toma como una variedad propia y es reconocida a nivel mundial.
Desde el 1990, Argentina vive una gran etapa con la llegada de Michell Roland y su apuesta con Clos de los Siete en Valle de Uco. A partir de aquí, en el 1992, la bodega Chandon también mira hacia Argentina y decide apostar con el proyecto Terrazas de los Andes en Luján de Cuyo.
Los vinos argentinos actualmente
Hoy en día, la uva más plantada en Argentina es la Malbec, con 43.000 hectáreas. La industria vitivinícola en Argentina casi depende exclusivamente de esta cepa.

Lo más importante, más allá del éxito comercial, es el verdadero significado del Malbec para el país. Muy pocas uvas tienen tan gran reconocimiento internacional y se han convertido en variedades globales, sin que ello signifique la pérdida del prestigio de su origen. Muy por el contrario, a mayor oferta internacional de un vino, mejor apreciación del mismo de su país de origen.
Sin ir más lejos, el día 2 de agosto del 2013 se publicó en el Boletín Oficial el texto de la ley Nº 26.870, que declara al Vino Argentino como la Bebida Nacional. Argentina es el primer país vitivinícola en conseguir esta declaración que resalta el valor cultural de nuestra bebida y su rol importante en la identidad nacional.
La promulgación de esta ley representa beneficios directos al vino y a toda la cadena vitivinícola y productos de la industria.
¡Salud!
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Escrito por: Manuel Ibarzábal, Gestor Comercial de la División de Vinos
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